¿Sabías que...?
Escrito por Administrador Plataforma, viernes 11 de noviembre de 2011 , 16:37 hs , en Curiosidades

 

 

¿Te lo habías preguntado?

¿Ya lo sabías?

                                             

¿Sabías que bostezar podría servir para enfriar la cabeza?

s que sólo indicación de fatiga y aburrimiento, o señal de empatía. La frecuencia de bostezos varía con la estación del año. Las personas bostezan menos cuando el calor al aire libre es mayor que la temperatura corporal, lo que podría deberse a que el bostezo serviría como un método para que el cerebro regule su temperatura.

 

¿Sabías que el sueño interrumpido afecta la memoria?

                             
Los estudios han mostrado que el cerebro utiliza las horas de sueño para evaluar los eventos del día y decidir cuáles son los que va a mantener.



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Comentarios
  • Samuel Hidalgo el lunes 4 de agosto de 2025, 22:55 hs

    La higiene de las entrañas del humo: más allá del acero y el vapor

    Campanas extractoras industriales: cuando la grasa no avisa pero sí revienta

    Hay costumbres que se convierten en rutina. Abrir el bar a las siete. Encender la plancha. Que huela a café. Y también —aunque muchos lo pasen por alto—, dejar que el engrudo graso suba, trepe por los filtros, se deposite en los ductos, y aguarde su momento para el gran estallido. Porque sí, señores, lo que no se limpia se cobra su peaje, y en la cocina profesional no hay espacio para la pereza ni para el olvido. Menos cuando hablamos de campanas extractoras industriales, esas máquinas que no solo tragan humo, sino que también engullen responsabilidad.

    Esas campanas, sí, las mismas que presiden con orgullo el corazón de cualquier restaurante, cocina colectiva o churrasquería de barrio. Esas que trabajan en silencio, que zumban día y noche, y que si pudieran hablar, pedirían a gritos una buena sesión de manguera, desengrasante y pulso firme. Porque, como bien sabemos, el peligro no siempre avisa con sirena; a veces lo hace con chispa.

    Y es ahí, en ese punto exacto donde muchos tropiezan, donde reside el núcleo de este asunto: la limpieza de campanas extractoras industriales no es un asunto cosmético. No es un capricho de manual de mantenimiento. Es, y permítanme el énfasis, una obligación ineludible, una rutina preventiva que puede marcar la diferencia entre una cocina segura y un titular en los informativos con imágenes de llamas devorando un local.

    Grasa, fuego y negligencia: la fórmula perfecta para el desastre

    La grasa, ese enemigo silencioso que se adhiere a todo lo que toca, no distingue entre acero inoxidable y la pereza del gerente. Se filtra, se acumula, se carboniza. Y luego, cuando nadie lo espera, basta una chispa de la plancha o el fogón para que todo arda. En segundos. Como si alguien le hubiese dado a la mecha de un barril de pólvora.

    La clave, como en tantas otras cosas de la vida, está en la prevención. Una campana extractora industrial limpia no es solo una cuestión de higiene: es un cortafuegos anticipado, una garantía de que, pase lo que pase en los fogones, el humo y la grasa seguirán el camino que deben seguir. No se desviarán. No se acumularán. No convertirán tu restaurante en una pira improvisada.

    Y no, no basta con pasar un trapo húmedo. Tampoco sirve el mítico "mañana lo hago". Aquí hablamos de limpieza profesional, de desmontar filtros, revisar turbinas, inspeccionar conductos y aplicar productos específicos que no solo limpian, sino que devuelven a cada pieza su función original. Aquí hablamos de saber qué se hace, de hacerlo con criterio, y de no escatimar en medios.

    Normativas que apremian y seguros que no perdonan

    Hay algo que todo gestor de cocina debería grabarse a fuego: los seguros no son tontos. Y cuando llega el siniestro —porque a veces llega, por más prudente que se sea—, lo primero que preguntan no es por la carta del día ni por la puntuación en TripAdvisor. Preguntan por el último informe de mantenimiento, por la empresa que hizo la limpieza de campanas extractoras industriales, por la frecuencia de los servicios, por la trazabilidad de cada actuación.

    ¿No tienes eso? Pues prepárate para quedarte solo. Para ver cómo el seguro se desentiende, cómo las autoridades te clausuran el negocio, y cómo los clientes buscan otras mesas donde sentarse. Porque en este terreno, el papel lo aguanta todo, pero la realidad no perdona.

    La legislación, además, no es precisamente laxa. Reglamentos como el RITE, el Código Técnico de la Edificación o las directivas europeas en materia de seguridad alimentaria y prevención de incendios son claros. Clarísimos. Las campanas deben mantenerse limpias. Y punto.

    Ventajas ocultas de una campana limpia que pocos valoran

    Más allá del obvio beneficio de evitar incendios, mantener las campanas limpias tiene otras ventajas que, aunque no suenen tan espectaculares, inciden directamente en la cuenta de resultados.

    Una campana limpia extrae mejor. Eso significa menos humo, menos calor en cocina, mejor calidad del aire, menos olores invasivos y un ambiente más agradable para trabajar. ¿Resultado? Cocineros menos agotados, platos mejor ejecutados y clientes más satisfechos.

    Además, el ahorro energético también se deja notar. Un sistema limpio consume menos porque no tiene que forzarse para rendir. Y eso, en un sector donde cada euro cuenta, es una bendición.

    ¿Cada cuánto limpiar? El ritmo lo marca la grasa

    No todas las cocinas son iguales, ni todas las grasas tienen el mismo comportamiento. No es lo mismo una freiduría de pescado que un obrador de repostería. Por eso, las frecuencias de limpieza deben adaptarse a cada caso, aunque como regla general:

    • Campanas: cada 3 a 6 meses, dependiendo de la carga de trabajo.

    • Filtros metálicos: cada semana (y a veces cada día).

    • Conductos de extracción: mínimo una vez al año.

    • Turbinas y motores: revisión semestral.

    Y todo ello, mejor si lo realiza una empresa especializada. Porque no se trata de dejarlo "limpio a ojo", sino de garantizar una limpieza profunda, documentada, con informes y certificados.

    Un asunto de responsabilidad, no de estética

    Muchos propietarios aún ven este tema como un gasto más. Otro punto en la columna de los "costes fijos". Craso error. La limpieza de campanas extractoras industriales es una inversión en seguridad, en reputación y en continuidad de negocio. Un local que sufre un incendio no solo pierde su equipamiento; pierde confianza, pierde clientela, y en demasiados casos, pierde la oportunidad de volver a levantar la persiana.

    Quien cocina para otros tiene una responsabilidad mayor. No basta con que el plato esté bueno. Tiene que estar preparado en un entorno seguro, con garantías, sin riesgo de que lo que empezó como una velada tranquila acabe con sirenas, desalojos y columnas de humo negro saliendo por la azotea.

    No esperes a que huela a quemado

    Las campanas no protestan. No se quejan. No hacen huelga. Pero cuando fallan, lo hacen con estrépito. Así que no esperes señales. No esperes a que la grasa gotee ni a que el motor zumbe raro. Actúa antes. Limpia. Previene. Y sobre todo, delega esta tarea en profesionales que entiendan lo que está en juego.

    Porque, al final, una cocina es tan segura como lo esté su sistema de extracción. Y en ese equilibrio, entre humo y acero, entre trabajo bien hecho y tragedia evitada, está la diferencia entre durar y desaparecer.



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