Besos si, besos no
Escrito por Administrador Plataforma, martes 29 de noviembre de 2011 , 16:22 hs , en Así lo contamos en Infantil


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  • Karin Paredes. el martes 5 de agosto de 2025, 21:03 hs

    Collarín intumescente: acero, grafito y sentido común frente al fuego

    Collarín intumescente: acero, grafito y sentido común frente al fuego.

    La última línea de defensa que separa tu hogar del desastre

    Vivimos tiempos en los que el fuego no entra por la chimenea, sino por los errores. Instalaciones eléctricas mediocres, materiales plásticos de dudosa procedencia y reformas apresuradas nos han hecho más vulnerables de lo que creemos. Por suerte, existe una barrera silenciosa, letal para las llamas y eficaz como pocas: el collarín intumescente.

    Cuando una tubería de plástico atraviesa un muro, un forjado o un tabique, lo que en apariencia es una simple instalación doméstica puede convertirse en un pasadizo para el infierno. Ante esa amenaza, el collarín actúa como muro de contención, expandiéndose ante el calor y taponando el paso de humo, gases y fuego.

    ¿Qué es exactamente un collarín intumescente y por qué es imprescindible?

    El collarín intumescente es una estructura circular metálica que se instala alrededor de las tuberías de PVC o polietileno. Su corazón lo compone una sustancia intumescente —normalmente grafito— que, al alcanzar temperaturas elevadas, se expande de forma violenta, comprimiendo el tubo hasta sellarlo completamente.

    Esta reacción no es fruto del azar ni de alquimia moderna. Es ciencia aplicada a la protección pasiva contra incendios. Un tubo de plástico, si se derrite, se convierte en una autopista para el fuego. Pero si a su alrededor hay un collarín bien instalado, esa autopista queda cortada por obras mayores.

    Y aquí entra, con toda su pomposidad técnica y su imperio normativo, el cte si, el Código Técnico de la Edificación – Sección de Incendios. Este documento no deja lugar a interpretaciones: el uso de dispositivos como los collarines no es una recomendación, sino una obligación legal para asegurar la compartimentación en edificios.

    Compatibilidad, materiales y resistencia térmica: lo que de verdad importa

    Un collarín intumescente no se improvisa. Está diseñado para ajustarse a tuberías de diversos materiales: PVC-U, PVC-C, PE, LDPE, MDPE, HDPE, ABS, SAN+PVC, PP, y más. La clave es su versatilidad y su capacidad de adaptación al entorno donde se instale.

    En cuanto a la estructura física, el cuerpo del collarín suele estar fabricado en acero inoxidable, preparado para resistir condiciones extremas y aguantar hasta 240 minutos de exposición al fuego directo.

    La instalación, además, no reviste gran complejidad. Se fija mediante tornillos o remaches, preferiblemente en contacto directo con el muro o forjado atravesado por la tubería. El dispositivo de cierre suele ser una pestaña metálica o un clip reforzado, fácil de colocar pero inamovible ante las llamas.

    Y en este punto del camino, conviene detenerse en otro actor fundamental del teatro normativo: el db si, ese apartado dentro del Código Técnico que regula los requisitos técnicos que deben cumplir los productos destinados a contener el fuego. Los collarines están bajo su lupa. Si no cumplen con esta sección, no valen ni para sujetar la manguera del jardín.

    Certificado de ignifugación: sin este papel, todo lo demás es papel mojado

    Aquí no hay espacio para la improvisación ni para el “esto lo compré en internet, tenía buenas valoraciones”. Si el collarín no cuenta con su correspondiente certificado de ignifugación, es como si no existiera.

    Este documento acredita que el producto ha sido sometido a ensayos de fuego conforme a la norma UNE-EN 1366-3, que regula la resistencia de los sistemas de sellado ante la exposición directa al fuego. Una prueba superada significa que el collarín no solo aguanta, sino que funciona en condiciones reales de emergencia.

    El certificado detalla los tiempos de resistencia, los materiales compatibles, los tipos de estructuras en los que se puede instalar (muros rígidos, flexibles, tabiques, forjados) y los diámetros permitidos. No es un papel decorativo, es el pasaporte de confianza del dispositivo.

    Dónde instalar un collarín intumescente y en qué dimensiones

    Cualquier paso de tubería plástica entre recintos requiere la instalación de un collarín. Las zonas más habituales son:

    • Patios de luces

    • Cuartos de instalaciones

    • Garajes comunitarios

    • Falsos techos técnicos

    • Módulos prefabricados

    • Viviendas unifamiliares y colectivas

    La clave está en la compartimentación del fuego. Es decir, que si el incendio se inicia en una estancia, no pase a otra a través del hueco de la tubería. Y para ello, los collarines deben dimensionarse correctamente. Existen modelos de 55 mm, 82 mm, 110 mm, 125 mm, 160 mm, 200 mm, 250 mm y hasta 315 mm. El fuego no entiende de diámetros, pero el collarín sí.

    La normativa europea que lo ampara todo

    La EN 1366-3 es la norma europea que se encarga de regular los métodos de ensayo aplicables a los sistemas de sellado contra incendios. Cualquier collarín que pretenda ser legal debe haber sido testado bajo estas condiciones: fuego continuo, presión controlada, y observación del comportamiento de sellado.

    Por su parte, el RIPCI (Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios) exige que todos estos dispositivos se instalen, usen y mantengan siguiendo unas directrices claras. Fabricantes, instaladores y propietarios tienen responsabilidades compartidas para garantizar su eficacia.

    Proceso de instalación: técnica, precisión y cero margen de error

    Instalar un collarín intumescente no es clavar una alcayata en la pared. Es un procedimiento técnico que requiere:

    1. Medición exacta del diámetro de la tubería.

    2. Ajuste milimétrico del collarín alrededor de la misma.

    3. Colocación directa al muro o forjado, nunca sobre tabiques endebles sin refuerzo.

    4. Cierre firme mediante clip metálico o pestaña de acero.

    5. Fijación mediante tornillería homologada, respetando las instrucciones del fabricante.

    Este protocolo asegura que, en caso de incendio, el collarín cumpla su función sin fallos.

    Precio del collarín intumescente: inversión que no duele

    El coste de un collarín puede variar según varios factores:

    • Diámetro del tubo a proteger

    • Resistencia térmica (EI 60, EI 120, EI 240)

    • Calidad del acero y del material intumescente

    • Certificaciones adicionales

    • Volumen de compra

    Como orientación, los collarines de 110 mm pueden costar entre 30 y 70 euros, mientras que los de 125 mm pueden llegar a los 260 euros, especialmente si están diseñados para entornos industriales o de alta exposición térmica.

    Un gasto modesto si se compara con lo que está en juego: la seguridad estructural del edificio, la vida de sus ocupantes y la integridad de sus bienes.

    Un anillo que sí merece ser llevado

    El collarín intumescente es el tipo de elemento que nadie ve… hasta que salva vidas. Un anillo de acero y grafito que, lejos de adornar, protege, actúa y resiste. Su función no se discute, su presencia no se negocia.

    Cumple normativa, exige su certificado de ignifugación, respeta el CTE SI, conoce el DB SI y sobre todo, no escatimes en su instalación. Porque cuando el fuego asoma, no hay excusas que valgan, solo barreras que resistan.



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