Sueño de chocolate
 

Hoy he tenido un sueño de chocolate. Estaba en Salamanca, en el centro de la ciudad y en un entorno formado únicamente por chocolate, todo a mi alrededor era de chocolate. El suelo, las paredes, las puertas, las ventanas...

En un momento determinado, el techo se abría sobre mi cabeza y podía contemplar el cielo azul y un enorme y bello monumento que no logro identificar, quizá fuese la Plaza Mayor, quizá la Catedral, en realidad creo que era la Fachada de la Universidad. Sí, creo que era ella, todas sus piedras brillaban y lanzaban destellos de un bello color marrón oscurísimo, profundo e intenso. Yo contemplaba embelesada aquel espectáculo, rodeada por la belleza aterciopelada y emocionante del chocolate. De repente, empecé a sentir que al panorama que contemplaban mis ojos se unía un envolvente aroma de chocolate, todo olía a chocolate... y entonces me desperté.

    Hacía mucho frío y cada ráfaga de viento que me pegaba en la cara me convencía más y más de que mi decisión de hacer esta excursión en barco era una locura. Aunque la gente del barco me trataba con amabilidad, se notaba que se estaban preguntando por qué no me habría quedado tomando chocolate caliente y permitiendo que ellos hicieran lo mismo. Pero, en fin, ahí estaba yo, super abrigada, con guantes, gorro, bufanda, tres pares de calcetines y tiritando mientras el barco dejaba el puerto y navegaba hacia el Fin del Fin. Y aunque el paisaje helado y lluvioso no daba para pensamientos felices, en ese momento no imaginé cómo iba a terminar ese viaje...

Todos los martes celebramos el Día de la Fruta. Ese día, para comer en el recreo, traemos una pieza de fruta.

Consideramos muy importante la implicación de las familias, reforzando nuestro compromiso en la mejora de los hábitos nutritivos de nuestros niños/as y colaborando con el Centro en la educación para una alimentación más sana y racional.

¿Te lo habías preguntado?

¿Ya lo sabías?

¿Sabías que bostezar podría servir para enfriar la cabeza?

Más que sólo indicación de fatiga y aburrimiento, o señal de empatía. La frecuencia de bostezos varía con la estación del año. Las personas bostezan menos cuando el calor al aire libre es mayor que la temperatura corporal, lo que podría deberse a que el bostezo serviría como un método para que el cerebro regule su temperatura.

¿Sabías que el sueño interrumpido afecta la memoria?